Gillete y Carrier, dos grandes emprendedores que cambiaron el mundo

Gillete y Carrier, dos grandes emprendedores que cambiaron el mundo

La historia está llena de testimonios memorables de hombres y mujeres comunes cuyas grandes hazañas cambiaron el mundo. Aquí te presentamos a dos de ellos y su historia:

King Camp Gillete

Quién no ha escuchado mencionar  la marca “Gillete”. Pues King Camp Gillete fue uno de los empresarios más notables del siglo XIX. A pesar de ser un socialista, aprovechó muy bien el capitalismo y construyó una de las empresas más exitosas que aún persisten en la época moderna. Gillete tomó como punto de partida un modelo de negocio y mejoró su producto. En 1870 los hermanos alemanes Frederick and Otto Kampfe crearon los primeros modelos de la cuchilla. King entonces los contrató, mejoró los diseños y fundó la American Safety Razor Company en 1901. Posteriormente introdujo las cuchillas desechables al mercado por un precio de cuatro dólares, el equivalente a 140 dólares aproximadamente en la actualidad. A pesar del precio tan alto, el producto era tan bueno que vendido millones de unidades desde entonces y hasta nuestros tiempos.

Willis Carrier

Un ingeniero estadounidense creó los dibujos de una máquina que resolvería en principio el problema de humedad de la imprenta Sackett & Wilhelms en Brooklyn, Nueva York, en el año 1902. Y, con la ayuda de su compañero J. Irvine Lyle quien tenía grandes aptitudes para los negocios, decidieron patentizar el invento y convertirlo en una empresa. Pero la creación de Willis en principio necesitaba de ventiladores, calentadores y al menos 108,000 libras de hielo. No obstante, con los avances en la química en el siglo XX, los ingenieros lograron incorporar los descubrimientos de Benjamin Franklin y John Hadley sobre la evaporación como principio para enfriar objetos, el de Michael Faraday de comprimir amoníaco y evaporarlo para enfriar el aire y el invento de un compresor para crear hielo de John Gorrie, junto al invento de la primera máquina para crear hielo de James Harrison; todo esto fue incorporado de una en una máquina que al final se convertiría en el aire acondicionado que conocemos hoy en día.